Cuando se publicó la entrada sobre FONT PELAYO se dijo
entonces que de la primera marca (registrada en 1928) de Vicente Martín Cerezo
no conocíamos ningún ejemplar.
Hoy cambiamos eso, aunque sea poco: ha aparecido una
pluma de escritorio y, aparte, una cajita-estuche.
La pluma es bicolor, naranja de cuerpo, y negra de boquilla y contera.
La carga es por botón pulsador, desenroscando la larga
contera.
Curiosamente, el cuerpo tiene rosca como si hubiese
sido de las polivalentes "bolsillo-escritorio", con un capuchón y
contera corta intercambiables con una contera larga y una base de escritorio,
que aunque ofrecían más versatilidad, luego en el día a día se usaban siempre
de una, u otra, forma.
Nuestro ejemplar debió usarse exclusivamente de escritorio, pues no se tienen ni un capuchón ni una contera corta.
El cuerpo está perfectamente grabado OLIMPIADA,
seguido del logotipo consistente
en las iniciales VM entrelazadas dentro de un círculo atravesado por una pluma
estilográfica, que fue registrado a la vez que la marca.
La nitidez hace suponer que la pluma fue poco usada.
El plumín WARRANTED parece ser de sustitución, pues es
diferente en su grabado de los usuales "Font Pelayo" (importados) y,
sin embargo, muy similar a los genéricos de Damía Onsés.
Obviamente, la sustitución debió ser posterior a 1933
en que éstos se iniciaron, pero tampoco mucho, vista la calidad del grabado.
Decíamos que también había aparecido un estuche, lo que es aún más raro, pues no se suelen "guardar cartones".
Lo primero que llama la atención es la insistencia en "garantizar" todo, aunque el "Envasado en España" lleva a creer en las otras afirmaciones.
También el dibujo del atleta y su atuendo
"fecha" los orígenes.
Hay que considerar que por "Pluma oro" se
refiere al plumín, aunque dudemos del "Iridium", que sería
mayoritariamente de Osmio con trazas de Iridio (Osmiridio).
Hablando de fraseología, la nota interior del estuche
también sorprende:
Entendamos: los estuches iban a granel y aparte de las plumas, y Vicente Martín debía advertir legalmente a los vendedores (su "estimada clientela"), y a los compradores, que al despachar una de sus plumas, no sólo adjuntaran la cajita – obvio – sino también el Timbre (sello) de haber pagado los impuestos correspondientes.
De otra forma, y con la disculpa de "ya le
quitamos nosotros este incordio inútil", los vendedores podían usar el
timbre en otra pluma de estraperlo.
No sirvió de nada. La picaresca se mantuvo durante la
autarquía con el Sello de Aduanas.
Miguel Huineman
Se agradece a ambos miembros del grupo el haber prestado tanto la pluma como el estuche para su fotografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario