En muchas ocasiones hemos hablado de él, y lo hemos
mostrado.
Es
un adlátere frecuente y característico de las plumas españolas del periodo de
la Autarquía.
Reducidas
drásticamente las importaciones de plumas estilográficas (entre muchísimos
otros productos) después de la guerra civil, se produjo una consecuencia no
deseable: el gran aumento del contrabando. Entre otras medidas preventivas, el
gobierno dispuso que todas las estilográficas de importación debieran llevar
adherido un sello gratuito especial como garantía de legitimidad.
La
medida tuvo escaso efecto, pues “hecha la
ley, hecha la trampa”: el sello se despegaba cuidadosamente en la misma
tienda al vender una pluma de importación, y se volvía a pegar en otra pluma de
contrabando, que pasaba así de “escondida” a “venta legal” frente a cualquier
inspección, y así con un sello oficial se despachaban más de diez plumas de estraperlo
(esto reconocido con una sonrisa pícara por los propios vendedores de aquella
época).
Las plumas de fabricación nacional también debían llevar
el mismo sello, pero con la palabra “NACIONAL” impresa en color rojo.
Como en toda la historia de
este periodo, la gente tenía otras prioridades que la de dejar constancia de
historias nimias, y los orígenes no están claros.
“El Sello” se originó por un
Decreto de 1925 - durante la República – específicamente para “Perfumería”,
distinguiendo entre producto nacional e importado (con distintos aranceles e
impuestos).
Al
crearse la necesidad tras la guerra para las estilográficas, se adoptó sin más
el mismo sello existente, que por eso lleva escrito en la banda inferior
izquierda tan desparejo gremio con el de la escritura.
Pero no sabemos exactamente
cuándo se adoptó tras el final del conflicto.
En este periodo abundaron
“circulares” y “órdenes”, insertas en “ordenanzas” y “reglamentos” promulgados
precipitadamente unos sobre otros, y no fue hasta 1947 en que se estableció un
Decreto sobre la modificación de las Ordenanzas de Aduanas, que puso orden y
actualizó los contenidos, reafirmando con rango de ley unas prácticas en uso.
Veamos los sellos:
Siempre impresos con una
tinta tenue de tono variable sobre un papel malo, dada la escasez general y el que
solo debían durar hasta la venta. El dentado es asimismo deficiente en
alineación y centrado.
Existen de tres tamaños y cuatro
estilos, que referenciamos por el recuadro de la parte impresa.
1a - “Grandes” 24x30 mm. Numerados
y fechados (en azul de tampón). “Nacional” en rojo, diagonal.
Los primeros fechados que
conocemos son de Diciembre de 1945, y hay numerosos del ’52 y ’53.
1b – “Grandes” 24x30 mm. Numerados
sin fechar. “Nacional” en rojo, diagonal.
2 – “Medios” 21x26 mm. No-Numerados. “Nacional” en rojo, diagonal.
3 – “Pequeños” 18x22 mm. No-Numerados. “Nacional” en rojo, horizontal.
Comparando juntos los tres tamaños:
Ya hemos
comentado que el sello "1a” más antiguo que nos aparece es del
23-Dic-1945, seriado E3787594.
Pues no.
Para
descolocar (usual en esto de lo administrativo), antes hemos mostrado el C5878662
del 18 de Enero de 1946, y la serie "C" es anterior a la
"E", ¿no?
Es posible
que para Aduanas se imprimieran gran cantidad de hojas de sellos y las distribuyeran
entre varios lugares, y así distintos administrativos locales fecharan
"las suyas". Luego en las fábricas los empleados pegaran los sellos
como les placiera.
Nos han
aparecido plumas distintas con sellos de la misma fecha, lo que indica lotes de
sellos repartidos entre fabricantes.
Al no ser
útil el sello “1a”, dejarían de esforzarse en ponerles una fecha, obteniéndose
el sello “1b” igual salvo por el tamponado.
Pero habiendo
restricciones, se intentaría ahorrar, aunque fuera en papel barato y tinta
tenue, además del proceso de imprimir las series, pasando al sello “2”, y
posteriormente aún más con el sello “3”.
Pero no hay
evidencia escrita de que así fuera, simplemente opinamos
que así están ordenados cronológicamente, basándonos en “una lógica personal” y
en las plumas que los portan. Tampoco tenemos idea clara de los momentos de
cambio entre un tipo de sello y otro.
Las circunstancias fueron mejorando, y a finales de 1962
se derogó la obligación de llevar el sello para las plumas nacionales.
Gracias
a estos sellos en los restos de almacén no vendidos, ha sido posible determinar
que muchas marcas y modelos que nos aparecían eran españoles.
¡Pero
no siempre!, la picaresca siguió-sigue, y así nos encontramos que de vez en cuando
alguien pegó-pega un sello en una forastera para pasarla por española.
Si
no, ¿qué hacen una ZEMAX turinesa y una JUNIOR japonesa con un sello “NACIONAL”?
(estas marcas no fueron nunca registradas en España).
Miguel Huineman
Como de costumbre, nuestro compañero Rafel Pujol Marigot
ha estado muchas horas buscando y analizando en registros y bibliotecas, y
sigue intentando dilucidar los hechos.
Hola Miguel, me parece que tu trabajo es jenial, pero quisiera saber si tienen algún valor filatélico, un saludo
ResponderEliminarNo soy filatélico, pero creo que ninguno.
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