Por mucho que nos gusten las estilográficas, las usemos y
coleccionemos, debemos de considerar que por sí solas carecen de sentido.
En la escritura como medio de transmisión y permanencia
de la cultura y de la civilización, la pluma
es hoy sólo uno de los posibles* instrumentos de una trilogía inseparable que
comprende además la tinta como medio
y al papel como soporte. Aquí
hablaremos brevemente de este último.
*(Sea estilográfica, lápiz, bolígrafo, pincel, imprenta,
impresora, etc.)
HISTORIA
El papel, digámoslo claramente, “es un invento chino”.
Allí antiguamente se usaban finas alfombrillas de bambú
finamente cortadas hasta que, según la tradición, durante la dinastía Han el
eunuco y guardia de palacio Cai-Lun inventó el papel durante el reinado de Yuan
Hsing en el año 105 d.C., golpeando y luego cociendo cortezas de árbol, trapos,
cáñamo y redes de pesca. La pasta resultante se extendía sobre tramas y se las
secaba al sol en lo alto de los muros.
Los árabes conocieron el secreto de este nuevo material
de escritura tras el fallido ataque chino a Samarkanda (751 d.C.), pues algunos
prisioneros sabían fabricar papel. Tras iniciarse allí la industria, fue el
califa Haroun al-Rashid (conocido por “Las
1001 Noches”) del s.IX quien ordenó a sus cancilleres que usaran papel en
vez de papiro o pergamino.
En España, el uso del papel vino de la mano de los árabes
en el siglo X, por medio de artesanos traídos de Túnez. La cultura musulmana
por entonces propiciaba la expansión de la cultura y creaba monumentales
bibliotecas.
La primera muestra conservada de papel español se
conserva en el Monasterio de Sto. Domingo de Silos, un Breviario Mozárabe de la segunda mitad del siglo X, con treinta y
ocho páginas de papel grueso y tosco procedente de lino y cáñamo, además de
diecinueve de pergamino. El geógrafo árabe El Edrisi describe que la primera
villa en fabricar papel en la Península fue Játiva (1150 aproximadamente), y
documentos del Archivo de la Corona de Aragón citan la existencia de molinos
papeleros en Cataluña desde 1160. Se trabajaba principalmente con un papel de excelente
calidad denominado Kagid.
Al fundarse en Toledo la más importante escuela de
traductores, tanto el Arcipreste de Hita en El
Libro del Buen Amor (1330), como el Abad de Cluny Pedro Mauricio “El
Venerable” en 1411, constatan haber leído libros en papel toledano.
Partiendo de España, la fabricación del papel pasa a
Europa, estableciéndose molinos papeleros en Bélgica y Suiza en el siglo XV,
por los hermanos gallegos Antonio y Miguel Galliciones.
El papel se transmitió también por Europa desde
Constantinopla, llegando los molinos papeleros a establecerse en:
Italia 1276
Francia 1348
Alemania 1390 en
el Molino de Geis, construido por Ulman Stromes cerca de Nuremberg.
(Gutenberg inventa la
imprenta en 1450, multiplicando enormemente la necesidad de papel)
Inglaterra 1495 con el Molino de John Tate, Hertfordshire.
(Aunque
ya se usaba importado desde 1309)
USA 1690 por William Rittenhouse
(educado en Holanda), cerca de Pensilvania.
El proceso, que inicialmente era manual y artesano, se
fue quedando muy corto para las necesidades crecientes de la imprenta y la
industria, desarrollándose por necesidad una maquinaria industrial que, a
partir básicamente del final de la Guerra de Secesión, acaparó toda la
producción mundial.
TECNOLOGÍA:
La base del papel es la celulosa, un polímero que se
encuentra en cantidades variables en todas las fibras vegetales. Las coníferas y
eucaliptos son las de mayor contenido, y por tanto las elegidas por la
industria, aunque también se utiliza (y se prefiere) en la obtención de
celulosa el reciclado de trapos y de papel usado.
Habiéndola liberado de sus agentes oxidantes y
componentes incrustantes, y obtenida la correcta transformación de su
estructura y características físicas, y de su contenido de agua en la pulpa
resultante, se le añaden sustancias que le otorgan sus características. Suelen
ser sales minerales, blanqueantes y agentes adhesivos. Estos últimos son los
que le dan al papel, tanto para escribir como para imprimir, sus cualidades especiales
de absorción.
Tras su escurrido, la pulpa se esparce uniformemente
sobre una malla al espesor requerido, que le dará su específica resistencia y
flexibilidad. Este proceso determina su peso en gramos por metro cuadrado.
Operaciones sucesivas le darán al papel sus especiales características finales:
absorbencia, transparencia, resistencia al desgarro, rugosidad, laminado (opaco
o brillante), etc.
Debemos recordar que el papel es un producto muy
versátil, que además de soporte de escritura (generalmente blanco), de periódicos o de
billetes, se utiliza como secante-absorbente (pañales, tisúes, higiénico),
cartonajes corrugados (cajas), cartulinas (envases), papeles pintados para
paredes o para envolver, cigarrillos, bolsas (en la construcción y comerciales),
cuadros, litografías y moldes.
UN MOLINO PAPELERO
En Capellades (Barcelona) persiste un molino papelero del
siglo XVIII, de los dieciséis que tuvo el pueblo, aprovechando la abundancia de
agua que brotaba de sus manantiales, y que hasta finales del s.XIX abastecían
el mercado español, Sudamérica y Filipinas con papel de barba (con bordes
irregulares) y de fumar.
En 1961 se inauguró como museo y molino (representativo)
funcional, con la fabricación y venta al público visitante de papel hecho a
mano.
Se comienza en la recogida y troceado de trapos, que
luego se centrifugan a mano en una jaula que les libra de polvo, tierra y otras
impurezas. De ahí pasan a una tolva en el suelo donde se les empapa.
Tras ello se pasan a unos morteros secuenciales de tipo
martillo-pilón movidos por unos ejes con levas de madera a su vez movidos por
una noria (el estruendo es alucinante y ensordecedor).
Las cabezas cuadradas de los morteros tienen unos dientes
de hierro que van convirtiendo todo en una pulpa lechosa con la longitud de
fibras requerida.
La pulpa pasa entonces a un pozo donde se añaden los
aglutinantes (cola de arroz) y demás aditivos, se agita (también por la noria),
y es ya desde él que se realiza el proceso manual de formación de una hoja de
papel, a base de sumergir un cedazo en la pasta y levantarlo con la cantidad
“adecuada” para una hoja (mucha y resulta un “cartón”, poca y queda débil),
cosa que se logra sólo en base a la experiencia del artesano.
Arriba: Operario levantando el cedazo con la pasta, que
se pondrá en la tabla izquierda a escurrir. Mientras, otra persona separa la
hoja anterior y la deposita sobre un fieltro absorbente, apilándolos para
posterior prensado.
Abajo: Pozo con eje agitador, cedazo y alambres para
posar cedazos. Cedazo de trama verjurada y marca de agua.
El apilado – considerable – de pares “hoja-fieltro” se
lleva a una prensa de madera, donde se les exprime el agua.
Prensa primitiva con tornillo de madera prensando un
apilado. Las piedras levantan la tabla (de resbale y reparto) al aflojar el
tornillo.
Vista de la noria motora del molino.
Una vez exprimido, se separan las hojas de papel de los
fieltros y se cuelgan a secar dobladas en folio. Una vez secas pueden, o no,
laminarse (satinado), se pesan (el “gramaje”, gramos por m2), algunas se
ensayan a tracción para comprobar la calidad, y quedan listas.
Zona representativa del secadero, selección por gramaje
(báscula), ensayo de tracción (pared izquierda), y almacenaje (tolvas al
fondo).
Foto de cómo era el secadero industrial realmente, que
producía unas 4.500 hojas/día.
Si se requería, podía luego dárseles un “sello seco” con
otro martillo-pilón, deformando el papel. El operario se sentaba en el suelo
con las piernas en el hundido, e iba pasando las hojas de uno a otro montón.
Miguel Huineman
Datos históricos de:
“El Papel:
Referencias Históricas” de José María Martínez. Arteguía de la Escritura.
“Collecting Writing Instruments”. Dietmar Geyer. Schiffer Publishing Ltd.
Fotografías de D. Carles Rausa, y de las webs:
http://www.mmp-capellades.net/spa/ Web
del Museu Molí de Capellades
https://conungarabato.wordpress.com/tag/moli-paperer/ - Molino papelero de Capellades en Barcelona.
http://neancapellades.cat/Turismo-Capellades-Lugares-de-inter%C3%83%C2%A9s-c11_10.html – NEAN. Parc Prehistòric Capellades.
http://www.paperhistory.org/Museums/ - International Association of Paper
Historians. Paper Museums.
Así que en Europa (y en occidente) el papel entró por España. Interesante.
ResponderEliminarLo de Játiva, ya nos lo enseñaban en el cole. Gran labor Miguel.
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